A menudo al comparar una noticia expuesta en medios distintos podemos observar que la esencia de ésta es la misma, pero que los detalles fundamentales varían. La pregunta que surge de este hecho es si realmente los medios de comunicación dan la información adecuada que debería recibir la sociedad o si se aprovechan de su poder de manipulación para llevar la noticia a su terreno.
Hoy en día tenemos a nuestro abasto un gran abanico de medios de comunicación, la función de los cuales es mantener informada a la sociedad sobre los hechos de la actualidad en su entorno. A medida que pasa el tiempo, la variedad i las opciones que ofrecen estos medios van en aumento. Todo esto, por lógica, contribuye a una mejora de la informatización. Pero a la vez que la variedad de medios aumenta, aumenta también la diferencia entre las orientaciones de cada uno y sus ideologías. Un ejemplo claro lo encontramos en la prensa deportiva, donde claramente se ven diferenciados los diarios orientados hacia una cierta afición u hacia otra. Y esto sucede igual en todos los medios.

Así pues, si se abandona la objetividad de la información, supliéndola por la subjetividad, lo único que se consigue es dar una información a la sociedad que no es el cien por cien verdadera y, entonces, se estará llevando a cabo el proceso inverso a la información: la desinformación.
¿Por qué los medios tienden a esta manipulación? La respuesta la encontramos en que, orientado aquella información hacia un público concreto, probablemente sus beneficios vayan en aumento. Dicho de otra forma, los medios actuales no consideran la comunicación como una forma de hacer llegar la actualidad a la sociedad, sino que ven la información como una mercancía con la que comerciar. Y como en su momento citó con Kapuscinski: “Desde que está considerada como una mercancía, la información a dejado de verse sometida a los criterios tradicionales de la verificación, la autenticidad o el error. Ahora se rige por las leyes de mercado”.
La única vía de solución a este problema globalizado en la actualidad la posee la sociedad misma. Somos todos los consumidores de estos medios los que debemos de contrastar y verificar la información, sin conformarnos con aquello que, tan cómodamente, se nos expone a merced de unos intereses propios.
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